El “Veco” Villegas siempre deja imágenes que se repiten cada año: abrazos interminables, lágrimas contenidas, juveniles que juegan como si fuera la última pelota de sus vidas. Y entre esas escenas, una destacó por encima del resto: el kick final de Conrado Bertranou, el medioscrum de Los Tordos que cerró el partido (12-10) y se transformó en símbolo del título mendocino.

Bertranou no es un apellido cualquiera en el rugby argentino. Es primo de Gonzalo Bertranou, el experimentado 9 con historia en Los Pumas. Esa herencia, lejos de pesarle, lo inspira. “Es una carga, pero a la vez un orgullo. Representar a la familia Bertranou, desde donde me toque, es un orgullo enorme por la trayectoria que tenemos”, confesó. Ese legado, mezclado con la humildad de un chico que aún vive el rugby como lo hace desde los cinco años, fue parte de lo que lo impulsó en esta final durísima ante Huirapuca.

El año del salto

Conrado vivió un 2025 agitado: subió al plantel superior y regresó a la M-19 para disputar el “Veco”. Esa decisión estuvo marcada por una mezcla de orgullo, compromiso y sentido de pertenencia.

“A principio de año me dijeron de subir a Primera y dije que sí con un nudo en la garganta, porque sabía que este era mi último año con mis amigos”, reconoció. Esa duda, ese tironeo emocional entre dar un paso hacia adelante y querer vivir el cierre natural del ciclo juvenil, lo acompañó durante meses.

Todo se intensificó cuando llegó una noticia inesperada: su primo Gonzalo iba a sumarse momentáneamente al club para entrenar. “Bajé dos meses antes de esto porque vino mi primo, Gonzalo, a jugar al club. Después subí otra vez para jugar la semi y la final con Primera, pero no pude jugar la final con los chicos. Por suerte, gracias a Dios, pude estar ahora”, explicó.

Volver al M-19 para disputar el “Veco” fue, para él, un acto de amor. Lo había dicho desde el primer día: jugar este torneo con sus amigos no tenía precio.

Un partido intenso

El duelo contra Huirapuca se jugó a una intensidad altísima. Los Tordos sintieron el contacto, sufrieron en los primeros minutos y tuvieron que adaptarse a un rival que propuso un ritmo físico desgastante. “Nos costó un poco el contacto al principio, pero después supimos manejar el partido. Sumamos cuando tuvimos que sumar y pudimos sacar adelante un encuentro durísimo”, indicó.

Su participación en el tramo final fue determinante: el kick al touch en los últimos minutos selló la victoria por 12 a 10 y desató el festejo que Mendoza esperaba desde hace años.

“Es una locura. Un sueño. Vivir esto es un sueño. Estoy cumpliendo uno solo”, dice entre lágrimas contenidas, mientras en el vestuario los abrazos se multiplican.

Pertenencia

La familia Bertranou siguió cada detalle a distancia. “Lamentablemente no pudieron venir, pero me mensajearon y me llamaron varias veces. Estaban muy cerca”, contó. Incluso en el vestuario, su celular seguía iluminándose con llamadas perdidas y mensajes.

Los Tordos viajarán de regreso a Mendoza esa misma noche, cargando una copa que el club no levantaba desde hace tiempo. “No quiero ser repetitivo, pero es un sueño. El club no conseguía esto hace mucho y era un objetivo de todos los años. Cerrarlo así, con mis amigos y con mi familia, es una alegría inmensa. Lo único que quería era esto. Y pasó”, explicó.

Conrado Bertranou levantó la copa como quien entiende el peso de la historia, pero también el valor del presente. Lo hizo honrando su apellido, su club y esa generación de amigos con la que creció a la par. En el “Veco”, su último torneo juvenil, encontró el final perfecto.